Estudio en Español Libro Acopalipsis 1:4-6

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Salutaciones a las siete iglesias

Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono; y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.

Aquí vemos que el portador del saludo es “Juan” . Del profeta Juan hablaremos con mas detalles según vaya avanzando nuestro estudio.

Después vemos los receptores del saludo que son a las siete iglesias de están Asia, provincia Romana llamada Asia en aquellos tiempos. Hoy en día se conoce como Asia menor, o sea hoy es el país de Turquía.    

Los capítulos 2 y 3 del libro de Apocalipsis identifican por nombre a estas siete iglesias locales y cada una de ellas recibe un mensaje de aplicación eterna. Aquí, de cierta manera, es donde entramos Usted y yo. Tanto el saludo, como los posteriores mensajes, fue dirigido a los creyentes en cada una de esas siete iglesias locales y de una manera indirecta también a nosotros, los creyentes de la actualidad de hoy en día, aunque no somos parte de ninguna de esas siete iglesias locales. Entonces es a usted y a mí a  también llega el saludo que trae Juan.

Ahora vamos a identificar al saludo propiamente dicho. “Gracia y paz a vosotros”

Muy importante este saludo. Como ya sabemos muchos “ Gracia” significa favor no merecido. Paz es un estado del alma que se manifiesta por tranquilidad y sosiego, opuestos a lo turbado y a las pasiones alocadas. La paz de la cual habla la Biblia es el resultado de una transformación interna que se opera en la persona que confía en Cristo y le recibe como Salvador. Por esto es de vital importancia el orden que aparece en el saludo.

Primero la gracia, el favor no merecido por el cual el hombre es transformado en una nueva criatura mediante el sacrificio perfecto de nuestro Señor Jesús Cristo en la cruz. Segundo, la paz. Es el resultado de la gracia. Es ese estado de ánimo de tranquilidad y sosiego, opuestos a la turbación y a las pasiones. Si Usted no tiene paz en su vida, es muy probable que la razón para ello sea porque Usted todavía no ha sido transformado por Dios mediante el sacrificio de nuestro Señor Jesús Cristo en la cruz. Si ese es su caso, hoy mismo reciba a Jesucristo como su Salvador y Usted disfrutará de esa paz que solamente Dios sabe dar.

Ahora vamos a los autores del saludo. Muy claro no queda que se trata de tres personajes celestiales .

  1. Vemos que es el Padre “ del que es y que era y que ha de venir “ El es El Eterno el Yo soy . El que existe por el mismo por siglos de los siglos el principio y el fin al Alfa y el Omega. Entonces reciba saludos del grandioso Dios padre celestial.

      2.   El espíritu Santo. “y de los siete espíritus que están delante de su trono”

Esta es una manera simbólica de hablar del Espíritu Santo en toda su plenitud. Este símbolo nos lleva de regreso en el tiempo al libro del profeta Isaías, cuando hablando del Espíritu Santo nos lo presenta en sus siete funciones. Dice así en Isaías 11:2 “Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová.” El número siete es un número cargado de simbolismo. Representa perfección, plenitud. Cuando Juan nos habla de siete espíritus, los siete espiritus de Dios,  nos está mostrando la perfección de la persona del Espíritu Santo y la plenitud de su poder. El Espíritu Santo está delante del trono del Padre y  la razón es porque el Espíritu Santo ha sido siempre la persona de la Trinidad que se ha encargado de ejecutar la voluntad de la Deidad. Reciba saludos de esta grandiosa persona.

       3.   Es nuestro Señor Jesucristo“y de Jesucristo el testigo fiel”

Aquí nos habla otro personaje que desde la eternidad ha compartido la gloria con el Padre y con el Espíritu Santo. El Señor Jesucristo es el hijo de Dios. Como Apocalipsis es la revelación de Jesucristo, no es extraño que la descripción de Jesucristo sea la más extensa y detallada.

El es testigo fiel, mire como dice en el versículo 5 “  “y de Jesucristo el testigo fiel”

Jesucristo definitivamente es el testigo fiel, no un testigo fiel. Ningún testigo ha sido tan fiel como Jesucristo el hijo de Dios. “Él es único”. Un testigo es aquel que habla lo que vio. Eso es lo que hizo Jesucristo en este mundo. Habló lo que vio. Nos dio a conocer a su Padre. Su testimonio fue tan fiel, tan certero, que oír a Él es como oír al Padre. Ver a Él es como ver al Padre. Creer en Él es como creer al Padre y ciertamente, rechazar a Él es como rechazar al Padre. Pero además, Jesucristo es el testigo fiel porque fue obediente hasta la muerte. Como el testigo fiel, Jesucristo realiza la función de profeta.

También se nos presenta como “el primogénito de los muertos”. Esto significa que Jesucristo es el primero en recibir un cuerpo resucitado en estado de inmortalidad gloriosa. Por tanto, de entre todos los que reciban cuerpos glorificados en la resurrección; Jesucristo es el más importante, el preeminente. Como tal, está a la diestra del Padre abogando por todos los que creen en él. Como primogénito de los muertos, Jesucristo realiza la función de sacerdote.

Y en tercer lugar, Jesucristo se presenta como “el soberano de los reyes de la tierra”.

Eso es lo que tenemos allí en el versículo 5. La tierra siempre ha tenido hombres poderosos, muchos de ellos han llegado a ser reyes de la tierra. Pero sobre ellos está alguien que es soberano. Esto significa alguien que ejerce o posee la autoridad suprema e independiente. Alguien que está por encima de todos, alguien excelente, alguien que no puede jamás ser superado. Vale la pena ser saludado por el soberano de los reyes de la tierra. En esta función vemos a Jesucristo en su papel de Rey. Las tres primeras características nos presentan a Jesucristo como profeta, sacerdote y rey. Pero la descripción del Hijo no se detiene aquí.

En cuarto lugar se nos presenta a Jesucristo como nuestro Salvador. Apocalipsis 1: desde la parte final del versículo 5 y el versículo 6 dice: “ Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre, y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén.”

Qué hermoso saludo ! con tantas verdades. Usted como yo que somos creyentes, fuimos amados por el Hijo. En su momento, el Hijo se hizo carne y habitó en este mundo. A lo suyo vino, pero los suyos no le recibieron. En el cumplimiento del tiempo, Jesucristo fue crucificado y derramó su preciosa sangre con la cual nos lavó de nuestros pecados. Una vez lavados nos constituyó reyes y sacerdotes para Dios su Padre. A los ojos de los hombres no somos nada y por eso el mundo nos desprecia. Pero a los ojos de Dios somos reyes y sacerdotes. Como reyes, reinaremos juntamente con el Rey de reyes. Como sacerdotes podemos entrar cuantas veces queramos y cuando queramos al trono del Padre celestial. Al pensar en esto, lo único que cabe es expresar alabanza y adoración al Hijo.

Eso es justamente lo que hizo Juan. Dice: A él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén. Es el Hijo quien le envía saludos. Espero que Usted se sienta gozoso y animado al saber que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo le han enviado saludos.

 

 

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